La industria alimentaria es prueba de un sistema de producción basado en inputs y outputs, donde, en la mayoría de los casos, se lleva de manera lineal.  Esto supone: extracción de recursos, procesado y generación de residuos, que, en la industria alimentaria, al ser el primer sector económico mundial, su impacto ambiental es muy notable.

Desde Cinngra, comprometidos con la innovación agroalimentaria, somos conscientes de las implicaciones que supone un modelo como el que se lleva manteniendo desde la revolución industrial  en cuanto a la explotación de recursos.

Gracias a la Escuela de Organización Industrial (EOI), en la ponencia: “Economía Circular: ¿cómo rediseñar productos, servicios y negocios hacia la resiliencia?”, hemos profundizado en un concepto muy atrayente que en la industria alimentaria proyecta una amplia trayectoria de trabajo: la economía circular.

Definámosla como el sistema económico en el que los residuos generados en una producción son los nutrientes de futuros productos.

Su aplicación, sin embargo, trae confusión y malas prácticas en muchas ocasiones. Hay que verla con una perspectiva de 360˚, ya que supone una poner en práctica multitud de herramientas y vías de actividad de manera transversal que ocupa la mayor parte de los sectores productivos.

Un horizonte que en muchas ocasiones se contrapone a los actuales modelos de consumo o “necesidades” humanas. Además de la fuerte inyección económica que puede suponer su implantación en muchos casos.

Sin embargo, esta apuesta en el presente por un sistema económico alternativo se demostrará como la única forma de producción mañana.

Un mañana que ya es hoy.